'Un día de furia' narra las consecuencias nefastas que puede tener el estrés.

‘Un día de furia’ narra las consecuencias nefastas que puede tener el estrés.

Si pensamos en alguna de las plagas que nos asedia hoy en día, seguro que una de las primeras que se nos viene a la mente es el estrés. Sólo hay que pasear por una ciudad observando a sus habitantes para darnos cuenta de ello: la gente va rápido, hay que llegar a la hora marcada al trabajo, hacer las tareas a un determinado ritmo que de forma habitual es rápido, volver a casa corriendo para recoger a los niños del colegio, darle la comida, llevarlos a las actividades extra escolares, recogerlos, hacer la cena. Y así un día y otro día.

“No paro”, “es que todo lo tengo que hacer yo” , “las horas del día no me llegan” son algunas de las frases que solemos repetirnos sobre la relación que tenemos con el tiempo. El estrés es una reacción fisiológica que nos ha sido útil desde que nuestros antepasados campaban desnudos por las praderas y su única preocupación era cazar y evitar ser cazados por depredadores más grandes. Gracias al estrés se ponen en juego diversos mecanismos de defensa para afrontar una situación que se percibe como amenazante y es lo que hacemos que o bien tengamos fuerzas para luchar o bien velocidad en las piernas para huir. Si nos encontramos delante un mamut cuyo tamaño es mayor al nuestro, lo más sensato es salir corriendo y quitarnos de su paso. ¡Bendito estrés que nos hace salir zumbando! Si por el contrario, el mamífero es de nuestro tamaño y llevamos a mano una lanza, ¡cena a la vista!

El problema es que ahora nos encontramos todo el día con pequeños mamuts: el atasco de la mañana, el proyecto que tengo que entregar en el trabajo, la pelea de cada día con la pareja, el niño que no quiere comer… Al convertir cada situación en una situación amenzante es cuando el estrés se convierte en una patología que acabará haciéndonos la vida imposible y que nos llevará a estar nerviosos e inquietos día a día, con un humor de perros, alterables y con dificultades para dormir.

Dicho esto, te invito a que ahora mismo te formes en tu mente la imagen de una persona con estrés. Puede ser alguien que conozcas o que sea un invento de tu imaginación. Quiero que, en tu mente, la visualices, mires lo que hace en su día a día, si es hombre, mujer, cuáles son sus tareas, sus ocupaciones, si tiene responsabilidades, si hay gente que dependa de ella, si tiene que tomar decisiones, se mueve o por el contrario está en el mismo sitio.

Me apuesto el mamífero cazado para la cena a que la imagen mental que te has formado es el de una persona que cumple alguno de estos criterios:

  • Tiene responsabilidades en su entorno.
  • Ocupa un puesto de trabajo ejecutivo.
  • El hecho de no parar y de hacerlo todo motiva que tenga valor para las personas que están a su alrededor.
  • Tiene un puesto de trabajo importante.

En la sociedad que vivimos hoy en día tendemos a equiparar el estar estresado con tener éxito. Nos hemos formado como imagen de éxito la del ejecutivo que para no para, que habla por teléfono a la vez que escribe en el ordenador y que es eficiencia pura, hace todo rápido, de forma brillante y es capaz de ir en el día a día a 100 por hora. O de la madre de familia ‘superwoman’ que trabaja y que cubre todas las necesidades de sus hijos. De ahí que muchas veces usemos el decir es “que no paro” para darnos valor y para, de forma implícita, dar una imagen de éxito. Desconozco si es o no tu caso, pero sí que te invito a que te preguntes: “¿Quién sería yo sin estrés?”

El primer antídoto a esa vida a la carrera es  tomar conciencia de lo que supone el estrés para ti: si es un valor, reconocerlo y aceptarlo. Ese hecho, sin más, te ayudará a relativizarlo. El segundo antídoto es emplear el tiempo de forma eficiente, distinguiendo entre lo que es urgente, lo que es importante y lo que no es urgente ni importante. Y el tercer antídoto es la meditación, cualquier tipo de ella vale. La más usada para gestionar el estrés es la llamada www.gaetanehermans.org o de atención plena que te enseñará a hacer las cosas de una a una en lugar de estar de forma constante en modo multitarea.

 

Pregunta poderosa: ‘¿Quién sería yo sin estrés’?