meditacion_y_coaching

Muchas de las personas que se aproxima por primera vez a la meditación tiene una serie de ideas preconcebidas. Yo, sin ir más lejos, antes de comenzar a meditar pensaba que cuando alguien meditaba veía colores y espirarles moviéndose, aún no sé porqué. “Yo no soy tan friki”, me decía. Fue empezar a meditar y derruirse todas esas ideas preconcebidas que tenía.

Creo que el punto crucial fue darme cuenta de cuánto me aportaba sentarme 20 minutos en el cojín de meditación, parar, calmar la mente, centrarme en la respiración y entrar en contacto con mi energía vital. Y eso sucedió la segunda o la tercera vez que medité: ahí me di cuenta del bien que me hacía y tomé la determinación de que la meditación formaría parte de mi día a día y así ha sido hasta hoy.

Algo que me hizo cambiar el chip que tenía sobre la meditación fue darme cuenta de que meditar era algo mucho más sencillo de lo que yo creía, tan sencillo que es algo que se puede hacer en cualquier sitio, en cualquier momento, sin ninguna connotación mística o religiosa. Simplemente al observar la respiración, por ejemplo, ya estás meditando.

“Ah, esto ya lo he hecho yo sin saber que meditaba”, me dije, y justo ahí se derrumbó todo el aura mística e inaccesible que tenía para mí eso de meditar. Una parte de mí también pensaba que era dejar la mente en blanco pero no, no tiene nada que ver con eso como ya conté en el post que escribí hace unas semanas sobre los cinco mitos de la meditación que hay que desterrar. Para comenzar, si eres un meditador novato, es suficiente con que estés pendiente de un par de aspectos:

  • La postura: lo más importante es tener la espalda recta, sin que esté tensa, y el pecho abierto abierto. Si te sientas en una silla (no es obligatorio sentarse en un cojín en el suelo, aunque también se puede) lo mejor es que te sientes al borde, con la planta de los pies bien plantada en el suelo, e imaginándote una cuerda invisible que tira de tu coronilla hacia el cielo. Así la cabeza no irá ni demasiado hacia delante ni demasiado hacia atrás. Estará donde tiene que estar. Si te sientas en un cojín, la postura es la misma, sólo que son las rodillas las que están en contacto con el suelo en lugar de los pies.
  • La atención: meditar es sobre todo entrenar la atención. De hecho, www.gaetanehermans.org se llama también de atención plena porque lo que se entrena en este tipo de meditación es la atención, así que una buena idea es comenzar por ahí. En este caso, y para empezar, vamos a comenzar por poner la atención en algo que tenemos todos los seres humanos: la respiración. Se trata de simplemente observar la respiración, sin modificarla, sin cambiarla, simplemente observándola.

Puedes comenzar por hacer este ejercicio durante cinco minutos. Si, como es normal, se te va la cabeza detrás de cualquier pensamiento, el trabajo consiste en volver a conducir tu atención a la respiración, sin juzgarte, sin castigarte, de una manera amable. Poco a poco puedes ir ampliando el tiempo que le dedicas a meditar hasta llegar a los 10 minutos, los 20, la media hora o el tiempo que te pida el cuerpo.

Los beneficios son innumerables, como la mejora de la concentración o la reducción del estrés, y los vas a notar muy pronto. Y si no me crees, nada mejor que probarlo en tus propias carnes para que después me cuentes a través de los comentarios a este post cómo te ha ido.

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