Lartigue fotografió la felicidad y la vida en estado puro.

Lartigue fotografió la felicidad y la vida en estado puro.

Vivimos en un mundo marcado por el reloj: lo más probable es que esta mañana te haya levantado el despertador, como cada día, con su desagradable pitido. Luego, a pesar de no tener hambre, te habrás preparado el café de cada mañana y habrás comido algo antes de ir a trabajar para después llegar a la oficina, encender el ordenador como un autómata, mirar tus asuntos pendientes y tu agenda y comenzar con las tareas del día. Una vez que pares de trabajar toca comer y, después, ya por la tarde, es posible que le dediques un tiempo a hacer deporte o a relajarte.

¿De estas actividades, cuántas haces de verdad porque te las pide el cuerpo? ¿Cuántas las haces siguiendo tu ritmo natural porque te apetece, porque es lo que necesitas en ese momento y porque todo tu ser te está indicando que le que te toca hacer es eso? Seguro que pocas. El ritmo de vida que llevamos de forma habitual es idóneo para que nos desconectemos de nuestras necesidades más reales, más auténticas, esas que están latentes en el cuerpo. Ahora mismo lo importante es la productividad y la gestión del tiempo porque tenemos la sensación de que el tiempo es algo valioso y hay que exprimirlo haciendo. La mayoría de las veces no importa con qué sentido hagamos. El objetivo es producir aunque poco nos paramos a pensar qué es lo que producimos en realidad.

De hecho, lo habitual es que cuando en el coaching trabajamos con el tiempo sea para gestionarlo de una forma mucha más eficaz para convertir 24 horas en 48 horas y para rendir en 24 horas como lo haríamos en 48 horas. Ahora mismo el tiempo es un valor, da la sensación de que es algo escaso, que es necesario aprovechar como sea. En los trabajos es habitual tener que fichar con la huella del dedo no sea que se desperdicie alguno de esos minutos.

Quiero hacerte una propuesta. Y no pienses de entrada qué es imposible. Sólo quiero que, por un minuto, te imagines cómo sería tu vida sin reloj, haciéndole caso a lo que tu cuerpo te fuera pidiendo en cada momento. Si te pide comer, comiendo, si te pide dormir, durmiendo y si te pide crear y producir, creando y produciendo. Sí, ya sé que es imposible porque el reloj manda y es necesario tener unas horarios para sostener el modo de vida que nos hemos montado, pero sólo quiero que eches mano de la imaginación.

Incluso si ahora mismo estás de vacaciones o vas a tenerlas pronto podrías hacer el experimento durante un día: vivir de acuerdo con lo que te apetece hacer, sin tener nada preestablecido, igual que un gato que duerme y juega en función de lo que le va pidiendo el cuerpo, de lo que va necesitando en cada momento.

Fritz Pearls, creador de la terapia gestalt, hablaba de la autorregulación organísmica que se podría explicar como vivir en contacto con nuestras necesidades básicas, con lo que va surgiendo dentro de nosotros, con nuestro flujo interior. Es más, según el psiquiatra Claudio Naranjo, supone estar más pendiente a vivir desde dentro que a vivir desde afuera. Ese vivir desde afuera supone el vivir en función de las obligaciones que nos hemos marcado y de la propia autoimagen que nos hemos construido sobre nosotros mismos. Por ejemplo, una persona que se ha construido una imagen de ser muy eficiente en el trabajo no se puede permitir el pasar un día de brazos cruzados. Es muy probable que eso lo considerara una “pérdida de tiempo” y sufra lo más grande sin hacer nada. Sin embargo, es probable que en determinado momento necesite parar porque ni el cuerpo ni la mente le responde.

Intentar tapar alguna de esas necesidades que surgen de nuestro interior, de lo que podríamos llamar nuestro ser, supone negarnos una parte de nosotros mismos con todo lo que ello conlleva y que puede incluir la enfermedad física y psíquica. Me atrevo a decir que la mayoría hemos experimentado en carnes propias lo que supone no estar en contacto con nuestras necesidades y hemos sufrido episodios de ansiedad producidos por querer llegar a más de lo que podemos llegar en determinado momento.

Para vivir esas necesidades es vital tener una actitud de estar en contacto con uno mismo, con su ritmo natural, de mirarse, de observarse con el fin de identificar qué necesidad tenemos en cada momento. Es poseer una actitud meditativa, de observación hacia uno mismo, hacia la necesidad que emerge. Es, en lugar de tapar esa necesidad, darle su espacio para que crezca y para que pueda ser satisfecha.

¿Qué pasaría si, como dice Calle 13 en su canción ‘La vuelta al mundo’, el tiempo no te moviera y tú te movieras con el tiempo? Seguro que sería un de cambio de vista y podrías vivirte desde otro lugar más tranquilo, relajado y conectado con tus propias necesidades. ¿Te atreves a probarlo durante estas vacaciones y a contarnos cómo ha ido la experiencia?