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¿Sólo hablan con uno mismo los locos?  No. Todos hablamos con nosotros mismos. Es más, si observas durante unos minutos tu pensamiento te darás cuenta de que hay un diálogo interno incesante. Como cuenta Timothy Gallwey en ‘El juego interior del tenis’, el libro que de alguna forma supuso el germen del coaching, lo que sucede a muchos jugadores de tenis cuando fallan y juegan mal es que entran en un diálogo interior incesante entre A, que es el que ejecuta los golpes, y B, que es la conciencia que lo observa y lo juzga diciéndole el golpe que va a dar el mejor resultado

Al producirse ese diálogo incesante se interrumpe la acción natural, el fluir, y ahí el jugador está dejando de dar el 100% de sí mismo. Cuando se produce ese diálogo, “un parte en mí realmente no confía en mis habilidades. Si confiara, no tendría porqué estar hablando”, asegura Gallwey en su libro.

Durante el día a día, sin tener que estar jugando al tenis, nos sucede exactamente lo mismo. ¿Te ha pasado que hay un momento en el que vas a hacer algo y de repente se activa una especie de acusador interno que te dice que te estás equivocando? A mí sí. Me pasa a menudo. Es una especie de desdoblamiento de personalidad: hay una parte de ti que quiere actuar y otra que se encarga de enjuiciarte.

Y, sin embargo, ¿te ha sucedido todo lo contrario? El pasarte horas y horas haciendo algo que te apasiona sin darte cuenta de que el tiempo pasa y sin ni siquiera dudar sobre el siguiente paso a dar. Ahí estabas fluyendo, alineado con lo que hacías y en conexión con lo que podemos llamar tu poder interior.

La clave para llegar ahí es lo que Gallwey denomina la concentración relajada lo que significa “lograr concentrarnos sin haber intentado concentrarnos”. Es una atención constante y leve, que no requiere esfuerzos, como la que tienes cuando estás haciendo algo que te gusta mucho en el que todo tu ser fluye en la misma dirección. En palabras de este entrenador de tenis precursor del coaching  “es pensar que podemos hacer lo que tenemos que hacer sin necesidad de esforzarnos demasiado”.

Esta concentración relajada también tiene mucho de confiar en la vida, en sus ritmos naturales, en que estamos preparados para dar lo mejor de nosotros mismos sin esfuerzos. Seguro que en algún ámbito te sucede que rindes al máximo sin proponértelo, simplemente poniéndote a hacer.

Uno de los objetivos que perseguimos los coachs con nuestros clientes es ése: que consigan su objetivo pero si puede ser de esa forma natural, con ese hacer fácil, mejor que mejor. Eso significará que lo que piensa, siente y hace está alineado y que hay una congruencia interna que indica que el camino que  ha decidido seguir es el que le toca seguir en ese momento y que no requiere esfuerzos extras ni luchas sino que es simplemente algo que llega.

Pregunta poderosa: ¿Cuál es mi diálogo interior cuando estoy haciendo algo? ¿Qué me digo a mí mismo?