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La pregunta que titula esta entrada es la que hemos intentado resolver más de 200 educadores y formadores durante este fin de semana en Buitrago de Lozoya (Madrid), en unas jornadas de investigación organizadas por la Fundación Claudio Naranjo para determinar cómo influye el carácter en la educación y en la formación. Claudio Naranjo es un psiquiatra chileno, creador del programa SAT y uno de los mayores expertos en eneagrama del mundo que se ha propuesto cambiar la educación con el fin de cambiar el mundo.

Su tesis es que la escuela es un lugar que perpetúa el sistema patriarcal, en el que sólo se da importancia a la educación mental sin tener en cuenta lo emocional y lo instintivo. De la integración de estos tres centros (el mental, el emocional y el instintivo) depende que la educación cree auténticos seres humanos en lugar de máquinas de reproducir lo previamente memorizado.

Sobre esto es sobre lo que hemos estado debatiendo estos días, sobre cómo se puede enfocar la educación en función del carácter que tiene cada persona. La base para estudio ha sido el eneagrama. Para quiénes no sepáis qué es el eneagrama, os lo cuento: es un sistema de identificación de tipos de personalidad según el cual hay nueve caracteres diferentes. Cada uno de estos caracteres se divide a su vez en tres, de manera que estaríamos hablando de un total de 27 caracteres en los que se puede englobar a todos los seres humanos de este planeta. Si quieres una información más amplia, puedes echarle un vistazo a este artículo que publiqué en elmundo.es en el que cuento con más detalle qué es y para qué se usa.

Del eneagrama, como de todo, hay detractores y personas que creen en él. Yo me situó entre las segundas, entre las que creen en él. Mi experiencia en el programa SAT de Claudio Naranjo y en jornadas como la que ha asistido este fin de semana, así lo ha demostrado, al menos para mí. Cuando hacemos un trabajo de este tipo resulta increíble ver a la gente agrupada por cada número del eneagrama, por cada eneatipo y por cada subtipo. Es habitual que compartan una energía común, se den un aire y tengan una forma de hablar y de comunicarse muy parecida.

Durante este fin de semana hemos estado hablando sobre cómo ha sido nuestra educación, que nos ha facilitado y dificultado el aprendizaje, qué tipo de docente nos ha hecho alucinar en el colegio y cuál nos ha amargado la vida, qué tipo de evaluación nos ha venido bien y cuál ha sido una cruz que hemos tenido que llevar a cuesta, así como qué métodos pedagógicos preferimos y cuáles no nos trasmiten nada.

La respuesta a cada una de estas preguntas ha sido diferente en función del eneatipo y del subtipo que las respondiera. Sin embargo, sí que se han dado dos denominadores comunes me atrevería a decir a las más de 200 personas que estábamos allí con total independencia del carácter.

La primera es que los docentes que más nos han transmitido y más nos han inspirado a todos son aquellos profesores que ante todo nos han mostrado su humanidad, han sido cercanos, amables, cálidos y nos han visto como personas cuando éramos niños o adolescentes. Esos son los profesores que nos han tocado, los que han hecho que nos guste la asignatura que daba por muy latazo que fuera a primera vista y los que han hecho que sintamos la curiosidad, el deseo por aprender, por investigar, por saber más sobre algo.

Algo que me ha impresionado y que es otro de los denominadores comunes que han aparecido en las jornadas es que todos los que allí hemos estado, con independencia del carácter, hemos sufrido en algún momento la humillación por parte de un profesor. Hemos recordado esas escenas terribles de nuestra infancia y de nuestra adolescencia, esas escenas en las que han surgido desde malos tratos físicos, con compañeros han contado cómo el profesor o la profesora de turno les pegaba con una vara o estampaba su cara contra el pupitre, hasta psicológicos, con frases como ‘tú no sirves para esto, mejor que te vayas a estudiar peluquería’ o ‘esto está demasiado bien para que lo hayas hecho tú’. Después de escuchar estos testimonios, es obvio porqué es necesario dar un giro radical a la educación.

Me encantaría que esta entrada fuera participativa, al igual que han sido las jornadas, y escuchar tu opinión sobre lo que falla y sobre lo que va bien en la educación, así cómo lo que te ha marcado, para bien y para mal, durante tu etapa escolar. ¿Te animas a compartirlo?